Alberto volvió’
de la cocina con una preocupante cara de desesperación.
Pedro y
Juan sentados a la mesa esperaban con la ansiedad de dos perritos falderos.
Alberto
dispuso en un plato el contenido de una lata de atún, unas hojas de lechuga y
unas galletas saladas de manera que parezca algo así como una entrada de un
restaurant.
-Esto es
todo, la ultima lata- anuncio con voz lúgubre
Pedro y
juan se abalanzaron sobre el miserable banquete mirando de reojo a Alberto
¿Juan al
notar que va a quedar muy poco le pregunta a Alberto -y … no vas a comer un
poco?
-No, coman
ustedes -contesta Alberto de mala gana
-Te vas a
enfermar como Carlos, ya hace 3 días que no sale de la cama , no lo veo nada
bien.-responde Pedro.
Alberto
lanzo con tono de ultimátum el tan temido anuncio-"Alguien va a tener que salir
a comprar víveres de lo contrario falleceremos aquí de inanición en poco tiempo."
Juan se
levanto' golpeando la mesa con su puño derecho- Conmigo no cuenten ¡! Saben muy
bien que sufro de agorafobia, no puedo salir.
Pedro amaga
a seguirlo murmurando -"yo iría , pero desde que pusieron ese bar gay esta lleno
de hombres besándose en la puerta , o caminando de la mano , la última vez que salí
los vi y tuve que volver corriendo porque me mareaba , casi me desmayo en la
calle".
-'Y que creen
que es fácil para mi , carajo ¡! Rezonga en voz alta Alberto muy enfadado
Yo ya no
puedo salir tampoco, no ven ahí están en la esquina esos extranjeros con sus
túnicas, ¿sus extraños acentos y sus olores ajjjj que quieren?...que me maten? , yo se que me miran raro y que
me insultan al pasar cuando salgo con mi camisa con esvásticas".
No quedaba
otro recurso, sin mirarse siquiera los tres levantaron a Carlos de la cama, lo
vistieron , pusieron una lista en su puño semicerrado y
lo empujaron a la calle
Carlos parecía un espectro, un Cristo en agonía con su
rostro flaco y profundas ojeras, el color verdecino de su piel y sus piernas
temblorosas apenas se desplazaba por la calle rumbo al almacén
-"No creo que llegue, lamento decirles que es posible
que esta ha sido la ultima vez que vimos a nuestro hermano-murmuro Alberto.
Luego de un par de horas Alberto comenzó a pensar lo
peor, y pensó que el bullicio en la calle se debía a que su hermano estaría agonizando
en aquel infierno.
Junto' valor y espió por el visillo de la puerta, lo
que contemplo’ era aun peor que la misma muerte de su hermano, parecía la misma
escena presenciada por Moisés al volver de la montaña y escandalizarse con los hebreos
con sus fiestas en honor al becerro.
La chusma había cortado la calle, los gays habían sacado
las mesas del bar, Carlos desplego' todo el pedido sobre las mesas, al cual se habían
sumado humeantes curries, guisos de olores penetrantes y productos no
identificados.
Un grupo de musicos improvisaba una fusión de tango y
flamenco al compás de unas citaras, una guitarra y un bandoneón, parejas de
hombres bailaban juntos y unas mujeres se besaban en el banco de la plaza, un hindú
con su turbante jugaba al ajedrez con un rabino, y una gitana vendía brillantes
y chucherías.
Alberto desesperado abrió un poco la puerta y se dirigió
a Carlos a los gritos.
-Eeey maldito, te mandamos a comprar comida y la
malgastas con esa gentuza.
Carlos rojo de color en las mejillas desplegando una
amplia sonrisa(visiblemente saludable) soltó a una bella señorita (de color) de la mano y se acercó a
la puerta para contestarle.
-"Puedes irte a la mierda Alberto, no estaba enfermo, me
tenías enfermo , enfermo de depresión , aburrimiento y de escucharos con su
cantinela de miedo y odio.
Ahora estoy vivo, puedes bien ir y conseguirte otro
deliveryboy o curarte de tu Xenofobia".
Y se fue por las calles bailando y degustando los
manjares de las mesas de la mano de su exótica compañera.